25 jun 2017

High life

Nuestra vida se simboliza con un árbol. Primeramente, nuestros padres nos dan nutrientes para formar nuestras raíces, nos muestran lo que la vida puede ser e intentan que vayamos creciendo para convertirnos en un árbol grande, con un tronco fuerte para soportar muchas ramas. 
Una de las primeras ramas que formamos son los hermanos, con los que aprendemos a compartir y formar equipo para crecer juntos. Luego, van apareciendo decenas de ramas con las que cosechamos experiencias y que son un gran apoyo, tanto en los momentos felices como en los duros; estas ramas son los amigos. 
A lo largo de la vida, muchas ramas se debilitan y se caen de nuestro árbol, pero a cambio aprendemos. Y todos esos aprendizajes que experimentamos son las hojas que nos van creciendo; y aquellos logros que conseguimos son los frutos que nuestro árbol da. 
Sólo cuando estamos llenos de ramas, hojas y frutos estamos preparados para que llegue otro árbol igual de formado, cuya rama toque la copa de nuestro árbol. Para ello se requiere tiempo. Primero ha de recorrer la rama de los padres, para saber nuestros orígenes y aceptarnos y querernos tal y cómo somos. Luego ha de recorrer la rama de los hermanos, para aprender a compartir todo juntos. Y, por último, ha de recorrer la rama de la amistad, para convertirse en alguien que permanece a nuestro lado en los buenos y en los malos momentos, como un apoyo incondicional y aportándonos nutrientes para seguir creciendo. 
El amor requiere tiempo para conocerse. El amor es algo que se construye a base de confianza y respeto. El amor es una elección porque, cada día que te levantas, eliges a la otra persona para aportarla calidad de vida. Finalmente, el amor también es esfuerzo porque, para mantener un vínculo, hay que cuidar diariamente a la otra persona y tratarla bien. 
Cuando todo esto se da, tienes ante ti a tu compañero de vida; y entonces celebras que quieres vivir la vida junto a esa persona, porque "amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección". 

6 may 2017

Quitarse la venda

Es curioso cómo el tiempo lo cura todo y nos hace ver las situaciones con la perspectiva adecuada. Siempre he pensado que todo pasa por algo, que no hay mal que por bien no venga y que la vida pone a cada uno en su lugar. Y vaya si es así. 
Cuando estás deseoso de tener algo, muchas veces te ciegas y te fuerzas a estar en relaciones que no te hacen bien. Que una persona te quiera cambiar, nunca será beneficioso para ti. A una persona la tienes que gustar cómo eres; y, conforme te vaya conociendo (sin prisas), se dará cuenta de tus virtudes y tus defectos. Si te quiere bien y bonito, los aceptará y te querrá así.
Si alguien pretende cambiarte y moldearte a su antojo e incluso consigue hacerte dudar de ti misma, no te hace ningún bien. Ahí es cuando hay que decir STOP. Pero lo intentas, y lo vuelves a intentar... porque a cabezota no te gana nadie, y prefieres morir con las botas puestas. Pues bien, la muerte llegó. Y vino el dolor, el sufrimiento, la ansiedad, la angustia, más dolor... el proceso normal que conlleva una ruptura.
Luego empiezas a analizar situaciones, a hablar con gente que quiere tu bien, a contar experiencias... y tú misma te das cuenta de que has soportado cosas que no debías haber hecho. No hay que culparse porque, cuando estás enamorado, te ciegas y minimizas los problemas con tal de arreglarlo. Pero ese 13 de junio empezó algo que no debió de haber empezado nunca... Bueno, sí debió de empezar, porque, gracias a ello, hoy en día soy más fuerte y tengo mis ideas (aún más) más claras.
Por mi profesión, sé que empatizo bastante con las personas con problemas, y él arrastraba un pasado complicado, una infancia de sufrimiento que le había llevado a hacer cosas que yo rechazaba, pero reconozco que esa mezcla de "chico malo y fuerte" me enganchó. Y me dije a mí misma que no iba a juzgarle por ello, así como tampoco por su trabajo.
Esa noche, sin saber cómo, me atrapó en su red. Y centré toda mi ilusión en conseguir que fuera para mí, para sanarlo, para hacer de su vida una realidad más bonita, para darle el amor que tanto le había faltado. Al principio, como todos los comienzos, fue genial, pero conforme los meses pasaron, la relación se convirtió en una montaña rusa: bajábamos hasta el suelo con choques y discusiones muy fuertes para luego subir hasta lo más alto con reconciliaciones y momentazos increíbles. Y por estos últimos seguíamos tirando... hasta que la cuerda se rompió. 
Ahí es cuando se produce la chispa del aprendizaje. ¿El mío? Que estar en pareja es aceptarse y complementarse, no absorberse ni depender del otro para tu bienestar; y que, quien bien te quiere, acepta cómo eres y no intenta cambiarte nunca. Si cambias, hazlo porque tú quieras mejorar, pero NADIE NUNCA te debe forzar a cambiar, porque detrás de eso se esconden unas inseguridades y desconfianzas brutales. 
El suyo espero que algún día lo pueda comprender, que uno no es responsable de la infancia que vive, pero sí de arrastrar traumas que te hacen ser controlador, orgulloso y manipulador. Dejes que te salen por la educación que has recibido y de los que no eres consciente. 
Pero, ¿te cuento un secreto? Siempre se está a tiempo para curarse, si se quiere. Para ello hay que ser capaz de asumir que tienes un problema, que necesitas ayuda y que puedes hablar de ello desde la verdad, sin enterrar el pasado ni matar a personas.
"Hasta que no empieces a creer en ti mismo, no tendrás tu vida propia"

26 abr 2017

Catarsis

A pesar de los golpes de la vida, sigo pensando que las cosas siempre pasan por algo. Que no hay mal que por bien no venga. Soy de las que no reacciona hasta que no me doy de bruces contra algo.
A veces necesitamos tomarnos un tiempo para nosotros, para encontrarnos, para mejorarnos. Los problemas se solucionan sólo cuando se coge perspectiva sobre ellos. Y así pasa también con las relaciones de pareja. A veces es necesario que cada uno vuele por su lado porque, si una persona es para ti, por mucho que os alejéis, volveréis a estar juntos. Quizás ahora no es vuestro momento. 

El nuestro definitivamente no lo era cuando se había creado una dependencia, y eso nunca es sano. Me di cuenta de que era dependiente de la otra persona cuando vi que la responsabilizaba de mi felicidad. Sólo me sentía feliz si me encontraba junto a esa persona, y llegué a meterme en un círculo de absorción en el que me sentía cómoda. Esa zona de confort deriva, tarde o temprano, en una situación asfixiante para ambos. 
Ahora que he tomado perspectiva entiendo que, para querer bien a una persona, primero me tengo que querer bien a mí, y aceptar que sólo yo soy la dueña de mi felicidad. Sólo de esta manera podré aportar cosas positivas en una pareja, y ésta puede ser mi apoyo, pero nunca, nunca mi salvación. Ése fue mi error número 1: que me confié y no encontré el equilibrio. 
Y en eso estoy trabajando ahora: en quererme más y mejor a mí misma, en cuidarme y tratarme bonito, en trabajar en mí.
"Hasta que no luchas por algo, no te conviertes en quien eres".

10 ago 2016

¿Que por qué me gustas...?

Me gustas porque “por dentro eres de colores”. Porque haces mi vida especial. Porque me has enganchado. Me gustas porque persigues tus sueños y nunca dejas de luchar. Porque eres fuerte, física y mentalmente. Porque te has hecho a ti mismo. Porque vales lo que no está escrito. Me gustas porque me haces sentir cómoda y segura contigo. Porque vives tus pasiones. Porque siempre eres TÚ.
Me gustas cuando me guiñas un ojo y me sonríes. Cuando te quedas mirándome fijamente a los ojos. Cuando somos uno y me susurras al oído que soy tuya. Me gustas cuando me llevas en coche. Cuando te esfuerzas en sorprenderme. Cuando me mandas al carajo; pero más me gusta que me hayas subido a la luna a vivir…
Me gusta el color nuevo que usas para pintar mis días, tus buenos días y tus buenas noches, tu transparencia y claridad. Me gusta que se te vea venir, que seas humilde, que no olvides tus orígenes ni tu tierra. Me gusta pensar en ti, ir “a todo gas” contigo, que estés ahí para mí, que me dediques canciones, que hables orgulloso de mí, que compartas todo conmigo. Me gusta tu sentido del humor, que siempre consigas hacerme reír, que se dibuje una sonrisa en mi cara al escuchar tu nombre. Me gusta que me beses y cómo conduces, y ser tu copiloto. Me gusta que cuentes conmigo, que me incluyas en tus planes y en tu círculo, que me enseñes cosas nuevas. Me gusta tenerte en casa, cocinar para ti, que me hagas ser mejor cada día, que me des lecciones de vida. Me gusta que me moleste que lleves razón, tu forma de pensar y tu filosofía ante la vida. Me gusta cómo me tratas, que siempre saques tiempo para mí, y sentirme tu princesa. Me gusta que no seas fácil de llevar, y eso me suponga un reto diario; y que vayas de duro, pero que, en el fondo, seas el bicho más bonito del mundo. Me gusta que hayas llegado a mi vida para quedarte. Me gusta que me hayas ganado. Me gusta que me gustes. Porque, cada día que pasa, me gustas más. Después de esto, ya no podré decirte por qué me gustas…porque ahora me encantas. 

2 nov 2015

¿Se puede?

En una sociedad como la de hoy en día, en la que es tan difícil encontrar personas que merezcan la pena, personas que te convenzan para seguir adelante, personas con las que sientas que quieres compartir tu vida y por las que estés dispuesto a adaptar tus horarios para incluirlas en tu rutina. Personas que aparecen y te alegran los días y suman, suman sonrisas, caricias, mariposas... 
Para encontrar a esas personas primero tendrás que pasar por personas que te lleven a ellas, personas que te hagan valorarte más, personas que no te regalen su tiempo, personas que se interesen en ti y no por ti, personas que lleven la voz cantante, personas que hagan bolas de humo, personas que te engañen, personas cobardes que suman, suman lágrimas, desprecios, puñaladas...
Pero después, tras esas pesadillas, llega la paz. Llega la luz de esa persona que te hace sentir viva y completa, tal y como eres. Porque lo bueno en esta vida nunca, nunca se encuentra en la superficie. Hay que rascar para llegar al premio. Si cada día te sueles preguntar si se puede encontrar personas así de bonitas: sí, se puede. Realmente lo creo, y cada día lo siento más fuerte.

Archivos del blog